Justo enfrente del Santuario de La Virgen Bien Aparecida que da nombre al pueblo y coronada hace 100 años como patrona de Cantabria. Nombrada también lugar de interés turístico nacional.
A 50 km de Santander y a 55 km de Bilbao se maneja todos los placeres del relieve de Cantabria; en pleno valle de montaña y atisbando el Rio Asón a vista de pájaro a tan solo 9 minutos de la playa salvé de Laredo.
Rodeado de algunas de las más importantes cuevas de Cantabria. A 5 km está el municipio
llamado Ampuero famoso por sus fiestas patronales más conocidos como los pequeños San Fermines y bañado por el Rio Asón en el cual la pesca y el deporte de la piragua atraen a miles de visitantes.
En esta casa se ofrecían alimentos que se cultivaban en el pueblo y sus entorno, ofreciéndose a cualquier viandante que acertaba a visitarlos. Los medios no eran los mismos de hoy en día, Bernabé y Benedicta compartían los elementales trabajos de hostelería con el cuidado del ganado. Es así como luchando y trabajando este entrañable lugar, sigue dando satisfacciones al paladar de una fiel clientela sesenta y cinco años después.
La familia aumentó y los descendientes se organizaron para que “Solana” siguiera su camino. Dos de ellos decidieron dedicarse a la hostelería y es así como Jesús después de cursar estudios en la escuela superior de Hostelería de Madrid y dadas las circunstancias del destino emigró a Luxemburgo para que en este ducado de los países bajos formara otro restaurante Solana con un rotundo éxito. Otro familiar , José Antonio contrae matrimonio con Begoña y se ponen al frente del negocio y al igual que sus antecesores compaginan el ganado con el restaurante.
La historia de este restaurante es el reflejo de toda una familia a lo largo de tres generaciones. Cuentan algunos nonagenarios, que aun recuerdan aquella tasca típica de la posguerra como otras de las escasas tabernas que existían en la zona en aquella época.
Allá por 1971 el matrimonio acomete la primera reforma de la vieja tasca y que se conserva intacta desde la fecha, manteniendo en la actualidad la solera de bar de pueblo que el paisaje reclama. Begoña una cocinera sabia, ha venido recreando con sus guisos la memoria gustativa de los paladares de la gente de ayer que no dejan de reclamar hoy en día su popular cocina casera la cual maneja con maestría. El paso de los años hace que sus hijos Ignacio e Inma comiencen desde niños a ayudar en el negocio. Más tarde el primero de ellos se decide a regresar a sus inicios después de un periplo por varios de los mejores restaurantes del país.
Es entonces cuando a finales del año 2007 ponen en marcha un apartado anexo a la casa convirtiéndolo en un restaurante gastronómico con vistas al valle que ha culminado un sueño que empezó allá en 1940.

